El manto ácido es una parte natural de la superficie de tu piel y realiza algunas funciones muy importantes, principalmente la protección de la barrera. Su nombre se remonta a la década de 1920, cuando un grupo de investigadores alemanes descubrieron la película ácida que descansa sobre nuestra piel. Además, cuidarla es bastante fácil: sólo hay que utilizar productos naturales y respetuosos, y seguir la máxima de que menos es siempre más. No hacerlo, es una de las causas de algunas afecciones que afectan el cutis, casos de la rosácea, el acné o los eczemas. www.nezeni.com
El manto ácido es una fina película que descansa sobre la epidermis, una parte fundamental en la función de barrera de nuestra piel, compuesto por lípidos de las glándulas sebáceas mezclados con aminoácidos del sudor. Junto con el microbioma, forma parte de la delicada matriz que crea una barrera cutánea saludable. Su principal función es mantener lo bueno dentro, como la humedad, y lo malo fuera, como las bacterias y la contaminación.
Funciones del manto ácido
La razón por la que nos preocupamos tanto por esta capa es que tiene algunas funciones bastante importantes, como la de proteger la piel de las bacterias patógenas, mantener la humedad o ayudar al florecimiento del microbioma. Nuestro manto ácido, sabremos que está dañado si notamos el cutis seco y escamoso, enrojecido y sensible, o si vemos signos de envejecimiento prematuro, puede ser por una alteración del pH o a que esta barrera lipídica ha sido eliminada por productos abrasivos:
“Como primera línea de defensa de la piel, el manto ácido entra en contacto con bastantes agresores potencialmente dañinos, así como con jabones, limpiadores, sulfatos o fuertes tensioactivos que hacen que el pH se altere y dañe. También influyen la sobreexfoliación, los contaminantes y la edad” – nos cuenta Esperanza Sáenz, responsable de imagen de la firma cosmética sevillana Nezeni Cosmetics.
Cómo protegerlo
Lo positivo, es que el manto ácido se repara a sí mismo rápidamente. Para ello, debemos también eliminar los limpiadores agresivos y priorizar las fórmulas naturales y respetuosas con el cutis como muchos limpiadores bifásicos y desmaquillantes, aceites o aguas micelares, siempre con ingredientes naturales, sin sulfatos agresivos y con muy pocos conservantes: “También es buena idea reevaluar la frecuencia con la que te lavas la cara, que puede ser tan malo como un limpiador facial o corporal fuerte, o lavarse más de lo necesario. Lo normal sería lavarse siempre la cara al levantarse, y antes de acostarse, el resto depende de las necesidades de la piel. Y por supuesto, el rostro se debe secar de forma suave, no frotando” – aconseja Esperanza Sáenz.